
En tránsito
Eduardo Jordá
Un final shakesperiano
Mis cosas
Hace poco más de 30 años nadie sabía quien era Agustín Gómez Arcos. Hoy se conoce su obra gracias al excelente trabajo que ha realizado la editorial Cabaret Voltaire que hizo una gran apuesta por publicar en español toda su obra, escrita en francés. Gómez Arcos nacido en el municipio almeriense de Enix es venerado en Francia, sin embargo, hoy todavía en España pocos lectores conocen su obra, y los que la conocen se muestran asombrados de la forma de escribir que tenía este alumno de Celia Viñas.
Ahora hay documentales, incluso hay alguno que verá la luz en el futuro de mi amigo Juan Francisco Viruega, también este año habrá un curso de verano de la Universidad de Almería y diez libros que Cabaret Voltaire ha lanzado ya en una colección fascinante, donde se conoce a Gómez Arcos.
A principios de los años 90 conocí a Agustín Gómez Arcos. Desde ese primer día comprobé que era un escritor especial. No se andaba por las ramas, las entrevistas que le hice eran sorprendentes. Jamás entrevisté a alguien que en cada frase me diese un titular. Solo me ha pasado con Agustín Gómez Arcos y años después con Imperio Argentina.
Lo cierto es que Agustín o te caía bien o te caía fatal. No era dado a sonreír mucho, pero cuando lo hacía, se veía a un escritor feliz. En el fondo, yo aprecié que estaba muy resentido, que su vida llevaba muchos años centrada en Francia y que España era su país de origen, pero poco más. Recuerdo aquella comida con Francisco Andújar, entonces director del IEA, en el Restaurante Ánfora, hoy ya desaparecido, donde pude conocer bien al escritor.
Andújar estuvo varios días con Gómez Arcos, recorriendo distintos espacios de Almería y provincia, pero no quiso volver a Enix. En un Ford Fiesta ya con años, Gómez Arcos recordó a aquella Almería que un buen día dejó para marcharse. Andújar sabe mucho del escritor, pero nunca nadie le ha preguntado. Yo tuve la gran suerte de conocerlo, luego pude conocer a Héctor Alterio que vino a Almería para representar Los Gatos de Gómez Arcos. Una obra de teatro que era pura emoción y que tenía muchos mensajes.
Me alegro de que en su tierra se acuerden de él, al menos conozcan su obra, que es fabulosa, de hecho en Francia se estudia en institutos y universidades y que nunca se olvide.
También te puede interesar
Lo último