Nacho Vidal deja helado el Juegos Mediterráneos (1-2)

Almería/El Oviedo no se come a nadie, pero mostró mayor oficio que el Almería. Ni con la ausencia de Luis Suárez el cuadro carbayón amedrentó a los rojiblancos pese a saltar más metidos de inicio en el partido, calibrando que la eliminatoria consta como poco de 180 minutos. La contienda arrancó espesa, típica de enfrentamiento de play-off en el que ninguno de los contendientes quiere dar un paso en falso. En ese contexto tal vez al Almería le faltase mayor mordiente ofensiva de salida.

La apuesta inicial de Rubi, contra todo pronóstico, fue dejar en el banquillo de entrada a Puigmal y Melamed en beneficio de Selvi Clua y Marezi. El técnico catalán buscó reforzar la medular con un trivote en el que la inclusión de Gonzalo Melero no aportó excesivos réditos. El centrocampista madrileño necesita estar rozando el 100% físico para dar lo mejor de sí mismo y se evidenció que sigue lejos de ese porcentaje, por lo que fue una sombra sobre el campo durante la primera parte, al punto que pareció que el equipo jugaba en inferioridad.

Lopy y Selvi sí interpretaron lo que su entrenador les demandaba y estuvieron cerrando espacios por los pasillos interiores, invitando al Oviedo a volcar su juego por las bandas, donde el peligro de Hassan salió a relucir antes del cuarto de hora de juego. El hábil extremo franco-egipcio encaró a Centelles y disparó de rosca buscando el primer palo de la meta defendida por Fernando, que únicamente pudo repeler el esférico en vez de atajarlo. Nacho Vidal estuvo muy atento a ese rechace para elevar el 0-1 en el marcador, con el que cundía el desánimo en el graderío indálico.

Por fortuna la reacción local no se hizo esperar, levantándose de la lona apenas un par de minutos de soportar el primer gancho. Fue gracias a una buena recuperación de Lopy en la media, abriendo el juego para la banda diestra, donde caía Marezi. El balcánico vio a Arribas adentrarse en el área y lo buscó. El atacante madrileño giró sobre sí mismo, con la suerte de que su par no acertó a despejar la bola, que le quedó franca para alojarla en la jaula ante la impotencia de Aarón.

La afición volvía a confiar, pero después de esos cinco minutos frenéticos, el partido volvió a entrar en el tacticismo más soporífero hasta la recta final del primer periodo, cuando primero Arribas, con un disparo de rosca típico suyo buscó el segundo palo, yéndose desviado por poco, y luego Baptistao probaba fortuna con otro lanzamiento lejano que despejaba Aarón. El 1-1al descanso era justo para los escasos méritos contraídos por unos y otros.

Superioridad estéril en la segunda mitad

Los indálicos dieron un paso al frente al regresar de vestuarios, decididos a ponerse en ventaja de cara a la eliminatoria de vuelta, con un cuadro ovetense más centrado en no encajar que en prodigarse en ataque. El balón parado pudo traer el 2-1, pero el córner cerrado bien botado por Arribas a la cabeza de Melero lo remató sin dirección pese a no tener oposición dentro del área Melero y Nacho Vidal despejaba bajo palos un gol cantado.

Arribas por fin se creyó que en esta UDA debe ser un jugador diferencial y ante la ausencia de Suárez emergió para echarse al equipo a la espalda en la vertiente ofensiva, si bien le faltó un escudero. Lázaro y Melamed fueron los primeros recambios de Rubi y el brasileño rozó el gol nada más salir al cabecear un buen centro de Centelles desde su costado y toparse con el palo. Ante un Oviedo que había renunciado al ataque, la UDA disfrutó sin duda de las dos mejores ocasiones de la segunda mitad, sin efectividad en ambas pese a ser muy claras.

Conscientes de que en el 1-1 tenían oro molido, el Oviedo renunció por completo a buscar la portería de Fernando, si bien el Almería tampoco tenía las armas necesarias para hacerle daño al rival y debía protegerse de un posible contragolpe que pusiera muy cuesta arriba el partido de vuelta. En la recta final del choque, con Arnau Puigmal ya con piernas frescas sobre el verde, la UDA acarició el segundo con un centro raso del extremo catalán que Lázaro tocaba con el interior de la bota y David Costas frustraba cruzándose en el momento oportuno.

Cuando todo parecía indicar que el 1-1 iba a prevalecer, el Oviedo sacó petróleo en una acción aislada. Nacho Vidal, el mejor del cuadro azulón, buscó con fe el segundo palo, donde recibía un centro medido que remataba de plancha con la testa ajustado al poste para dejar la grada congelada, asumiendo que el mazazo puede ser definitivo teniendo en cuenta que los asturianos contarán con el factor cancha a favor en caso de empate en la vuelta. Esto se pone azul oscuro, casi negro.