El trabajo es bueno

Reflejos

30 de abril 2025 - 03:11

El pensamiento social imperante, y así ha sido a lo largo de la Historia social, considera la actividad laboral como una obligación no agradable, necesaria de realizar para poder proporcionar el sustento personal, no eludible si se quiere vivir dignamente. Subyace el deseo del estado ideal de la existencia personal, en la que la liberación de las obligaciones laborales es la meta máxima. Así se percibe dentro del pensamiento burgués y marxista, en el cual la persona vive liberada del trabajo y dedicada al ocio.

En la actividad humana se distinguen tres tiempos, estos son: trabajo, ocio y descanso. El ocio en las sistemas capitalistas es fomentado, en mayor o menor medida, pues es necesario para el consumo de los productos industriales. Según E. Jünger este tiempo de ocio es un trabajo encubierto, pues cuando el individuo no descansa ,ni labora, acude a las grandes superficies, al gimnasio, consume en lugares de ocio, fomentando el sector servicios.

Considerando el ocio como tal, se distingue el pasivo y activo. El primero está centrado en la inactividad personal, reposo, consumo, incluso en muchos individuos como opción existencial elegida, pues según opinan no quieren pertenecer al gran engranaje capitalista.

Hay otro tipo de ocio, aquél dirigido a la expansión lúdica. La persona se entrega con pasión en las horas que dedica su atención a éste. En esta dedicación lúdica la persona desarrolla su ingenio, la habilidad innata que posee, pues surge de su capacidad cognitiva y destrezas, con la cual ha nacido. En este entretenimiento disfruta, alcanzando un estado emocional pleno.

Muchas veces ocurre que en la elección de la profesión prima más las decisiones familiares, el prestigio social, o las demandas de la industria, más que las propias cualidades personales. Otra cosa es cuando el medio social imperante obliga a realizar la actividad productiva para poder subsistir. Pero en la sociedades industrializadas, e incluso en aquellas que quieran serlo, la persona debería elegir una actividad profesional que esté de acuerdo con sus inclinaciones, intelectuales y habilidades.

Por lo que es una función esencial del profesorado detectar las capacidades y aptitudes del alumnado, apoyando su formación en tal dirección. Así podrá lograrse una armonización entre la actividad laboral y el gusto personal, pasando a ser el trabajo un proceso de transformación social y enriquecimiento humano.

El trabajo debe ser entendido como esfuerzo de progreso social y personal, dirigido hacia una elevación de la Humanidad, no ligado al consumo como base de su funcionamiento.

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