¿Qué podemos esperar del ahorro europeo?

Tribuna económica

En pocos sectores tiene EEUU una supremacía económica tan clara como en el financiero, fruto de la simbiosis entre sus sólidos mercados y sus enormes y eficientes empresas financieras. No solo destaca por sus mega bancos como JPMorgan o Bank of America, sino, sobre todo, por empresas de capital riesgo como Sequoia Capital o Craft Ventures, empresas de gestión activos alternativos como Blackstone o Apollo, headfunds como Millenium o Citadel o gestoras de productos de bajo coste como BlackRock o Vanguard y sus rentables y baratos ETFs. A ellas, debemos sumar un incontable número de fintechs, que actúan de plataformas/mercados digitales, para todo tipo de inversiones, también en criptoactivos.

Por ello, no es de extrañar que, desde nuestra orilla del Atlántico, se mire con cierta envidia este desarrollo, más aún cuando en Bruselas se planifican, a toda máquina, grandes revoluciones costosas de financiar. Revoluciones, entre las que podemos destacar: la energética, con la electrificación de la automoción o el hidrógeno verde; la enésima tecnológica, que iría desde favorecer la IA hasta localizar en Europa fábricas de modernos chips o múltiples centros de datos; o el impulso a la industria de la defensa, ante las amenazas rusa y norteamericana, la primera de agredirnos y, la segunda, de no defendernos. Todas ellas exigirán la movilización de ingentes cantidades de recursos financieros, por lo que nuestros avezados tecnócratas andan meditabundos sobre cómo canalizar el abundante ahorro de los europeos que se encuentra en cuentas corrientes o depósitos bancarios, más aún cuando los datos nos dicen que, como en España, la ciudadanía está incrementando sus tasas de ahorro.

Pero, lamentablemente, más ahorro europeo, incluso si se consiguiera derivar hacia productos financieros de mayor riesgo, no tiene por qué implicar un aumento significativo de las inversiones en Europa. La altísima movilidad internacional de los mercados de capitales, el mayor éxito de integración de la globalización económica, provocará que esos capitales se desplacen a los mercados más rentables, en no pocas ocasiones fuera de Europa, y que sean gestionados por los gigantes financieros norteamericanos antes citados.

En resumen, anclar este ahorro de los europeos no será fácil. Mientras tanto, el mejor aliado en este objetivo está siendo el presidente Trump y la aprensión financiera que genera, a día de hoy, su errática política comercial y fiscal.

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