Laura Alvea: "Gracias a Netflix y las plataformas estamos trabajando más y con más medios que nunca"
10 años de Netflix en España
La directora sevillana repasa su recorrido profesional, reflexiona sobre el impacto que han tenido las plataformas en la industria y subraya el papel clave de Andalucía en su forma de trabajar
Andalucía, un plató de Netflix

Con una trayectoria forjada durante años como ayudante de dirección y una mirada especialmente ligada al sur de España, Laura Alvea (Sevilla, 1976) se ha consolidado en los últimos tiempos como una de las voces más sólidas de la ficción televisiva nacional.
Su nombre se asocia ya de forma natural a Atípica Films y a los grandes éxitos recientes de Netflix en nuestro país: La chica de nieve, El fuego del alma y ahora El cuco de cristal, la serie en la que está inmersa actualmente y que dirige parcialmente mientras supervisa su conjunto.
Pregunta.¿En qué trabaja actualmente?
Respuesta.Ahora mismo estoy en fase de postproducción, en el montaje de una serie para Netflix que produce Atípica Films. Se titula El cuco de cristal y son seis capítulos. Yo he dirigido cuatro y Juan Miguel del Castillo los otros dos, aunque superviso los seis. Estamos bastante contentos con el material y ahora estamos a la espera de las notas de Netflix para hacer los ajustes necesarios. Ya tenemos un primer corte de todos los capítulos y, en principio, vamos bien.
P.¿Dónde se ha rodado esta nueva serie?
R.En este caso, nos fuimos al norte de Cáceres, a un pueblo precioso que se llama Hervás. Ya no estábamos en Andalucía como en las anteriores, pero fue un lugar ideal para lo que pedía la historia.
P.Con Netflix ha trabajado ya en varias ocasiones. ¿Cómo ha sido esa trayectoria?
R.Esta es ya la tercera serie que hago con ellos. Empezamos con La chica de nieve y después vino El fuego del alma. Ambas se rodaron entre Madrid y Málaga. Para mí, poder rodar en el sur es una maravilla. Soy sevillana, y trabajar en Málaga es lo más parecido a rodar en casa. Las dos temporadas de esas series transcurren en la ficción en Málaga, lo que nos permitió hacer muchos exteriores y también algunos interiores allí. Fue muy cómodo. Málaga lo tiene todo: mar, localizaciones espectaculares y una luz estupenda. Además, teníamos un objetivo claro: mostrar una Málaga moderna, con un tono visual diferente, menos explotado hasta ahora en el audiovisual español. Esa frescura también nos la dio la ciudad.

P.¿Cómo empezó su relación con Netflix?
R.Fue precisamente con La chica de nieve. Atípica y Netflix estaban buscando un proyecto en común y Netflix tenía los derechos de la novela de Javier Castillo. Le ofrecieron el proyecto a Atípica y pensaron en dos directores: David Ulloa y yo. Nos habíamos conocido en La peste, que también se rodó en Sevilla. Desde el principio la relación fue muy fluida. En esa serie, por ejemplo, trabajamos mucho con Verónica Fernández, que estuvo muy implicada en la primera temporada. Hablar con una guionista como ella es muy fácil: sabe perfectamente las necesidades del proyecto y tiene mucho sentido común. Todo se produce desde un enfoque muy colaborativo, como de "vamos a remangarnos todos y trabajar en la misma dirección".
P.¿Cómo fue la experiencia de rodar La chica de nieve en Málaga?
R.Estupenda, la verdad. Notamos una acogida maravillosa por parte de la ciudad. No es lo mismo que rodar en Madrid o Barcelona, donde ya hay tanto rodaje que la gente está un poco saturada. En Málaga, en cambio, aún es algo que genera ilusión. La gente no se quejaba de que cortáramos el tráfico o de que ocupáramos espacios; al contrario, nos recibían con entusiasmo. Había muchas facilidades para encontrar localizaciones, conseguir figurantes, y en general, todo el mundo se volcaba: autoridades, ciudadanos, vecinos... Te dabas cuenta de que era algo especial para ellos, y eso siempre se nota en el ambiente del rodaje.
P.¿Cree que Netflix ha sido un trampolín en su carrera como directora?
R.Sí, absolutamente. Yo llevaba muchos años trabajando como ayudante de dirección. Me encantaba ese trabajo, pero siempre intentaba levantar mis propios proyectos en paralelo. Dirigía alguna peli de vez en cuando, pero era muy difícil mantener una continuidad. Desde que empecé con Netflix, no he parado de trabajar como directora. No he vuelto a la ayudantía, no porque no me guste, sino porque no he tenido hueco. Voy enlazando proyectos sin parar. He hecho tres con Netflix, pero entre medias también he dirigido otras dos películas con otras productoras. Creo que trabajar con ellos me ha visibilizado mucho más como directora.
R.Y esto no es algo que me pase solo a mí. Hablo con muchos compañeros, y gracias al boom de las plataformas -no solo Netflix, aunque ellos fueron de los primeros-, mucha gente está trabajando sin parar. Hace unos años eso era impensable: acababas un proyecto y no sabías cuándo iba a llegar el siguiente. Ahora, muchas veces estás terminando uno y ya sabes cuándo empiezas el próximo.

P.Esa explosión de plataformas también ha traído un aumento en el número de producciones. ¿Cómo lo está viviendo desde dentro?
R.Lo noto muchísimo, y en tres aspectos muy concretos. Primero, en la cantidad de producciones que se están haciendo. Segundo, en los medios disponibles: ahora hay recursos para hacer cosas que antes eran imposibles. Podemos ver una serie española en la misma plataforma que una americana o europea, y sentir que estamos al mismo nivel en términos de calidad.
R.Y el tercer punto es el riesgo: ahora hay más géneros, más apuestas diferentes. Antes parecía que ciertas historias no iban a encontrar público, y hoy se ve que sí, que hay espacio para muchas propuestas arriesgadas. Hay una demanda enorme y muy diversa, y eso nos permite contar historias que antes no habríamos podido ni plantear.
P.¿Ha notado también una mayor proyección internacional de su trabajo?
R.Sí, y es muy curioso. Entre serie y serie hice una película, La mujer dormida, con otra productora, y la presentamos en un festival en Miami. Me llamó mucho la atención que la gente allí me conocía como la directora de La chica de nieve. No a los actores, sino a la directora. Me decían: "¿Eres la directora de La chica de nieve, verdad? ¡Nos encantó!". Eso me sorprendió muchísimo. Y no es que te reconozcan por la calle, claro, sino que vas a presentar otra película y la gente sabe quién eres. Me ha pasado dos o tres veces, y siempre me deja un poco en shock. No he podido viajar tanto porque no paro de currar, pero cuando ocurre, es muy gratificante.
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