El hombre que dirigió casi cien películas y vivió casi cien años
En la muerte de Mariano Ozores (1926-2025)
Hermano de José Luis y Antonio Ozores, fue tramoyista y apuntador en la compañía de sus padres
Muere el director y guionista Mariano Ozores a los 98 años

Al subtítulo de sus muy bien escritas Memorias, que abre con una cita de Proust y la cierra con otra de Steinbeck, Cómo hice casi cien películas, ahora ya se le puede poner Cómo viví casi cien años. Dirigió 96 películas y ha muerto con 98. El 5 de octubre habría cumplido 99. Nació el 5 de octubre de 1926 en casa de su abuelo paterno, Aurelio Menéndez, a la sazón jefe depositario de Ropas y Efectos del Monte de Piedad. Su padre, como en el relato de Gila, no estaba en casa. Mariano Ozores Francés, su progenitor, se encontraba con una compañía de revistas en Tetuán, capital del Protectorado de España en Marruecos. El general Sanjurjo, alto comisario en dicha plaza, fue el que abrió el telegrama de su abuelo con la grata noticia del nacimiento del nieto. En 1922 había nacido José Luis, el mayor. En 1928, en casa de sus abuelos maternos en Burjasot (Valencia), nace su hermano Antonio. Los tres siguieron los pasos de sus padres, que fundarían la compañía Puchol-Ozores.
Las Memorias de Mariano Ozores, que me regalaron mis hijas en el día del Padre de 2002, se titulan Respetable Público. El autor explicaba el porqué del título. “Yo supongo que el que haya comprado este libro -si no lo ha hecho porque su grosor es el indicado para calzar la pata de esa mesa que siempre ha cojeado- es porque tiene curiosidad por saber cómo hay en España un tipo que ha podido hacer casi cien películas, teniendo siempre en contra a casi toda la crítica cinematográfica y a un nutrido grupo de los llamados estudiosos del séptimo arte, a los que se han unido en su desprecio todas las administraciones públicas que han existido desde 1959 hasta la fecha. No tengo más que una respuesta a este enigma: porque esas películas le han gustado a esa masa compacta, caprichosa e incomprensible llamada público”.
Pilar Bardem, comunista confesa, como su padre, el director Juan Antonio Bardem a quien tanto admiraba Mariano Ozores, como su hijo el actor Javier Bardem, dijo en más de una ocasión que el cineasta fallecido había quitado mucha hambre en un gremio que padeció las penurias que Fernando Fernán Gómez narra en su película El viaje a ninguna parte. Habiendo dirigido casi un centenar de películas, muchas con gran éxito, es indiscutible la cantidad de empleos que creó. Mató el hambre y el aburrimiento. Lo dice él mismo con palabras de Nietzsche: “El hombre sufre tan terriblemente en el mundo, que se ha visto obligado a inventar la risa”.
Mariano Ozores era el exponente de la estirpe, de la saga, de la familia convertida en caravana de proyectos artísticos. En sus Memorias, hay 19 apartados distintos del apellido Ozores: los Ozores Francés, los Ozores Muñoz, los Ozores Puchol, los Ozores Soto, los Ozores Ugalde. Y las Ozores, por supuesto, porque el libro se lo dedica a las cinco mujeres de su vida: Luisa (su madre), Teresa (su mujer), Corero (su hija Carlota), Adriana y Belén (sus nietas).
Trabajó en la compañía teatral de sus padres como tramoyista, ayudante, representante, apuntador y finalmente como escritor. En 1952 se estrena como guionista en la película Patio andaluz, con Ana Mariscal, el torero El Albaicín y una jovencísima Laura Valenzuela. Ese mismo año forma parte del equipo que empieza a trabajar en los inicios de la televisión en España de forma experimental. En 1959 debuta como realizador con Las dos y media y veneno y su primer gran éxito llega en 1968 con ¡Cómo está el servicio!.
Hoy es un cine a la contra que tenía su perfecto acomodo en los ya casi desaparecidos cines de verano, donde las carcajadas estaban aseguradas cuando proyectaban Los bingueros, Al Este del Oeste o Yo hice a Roque III. Dedica un capítulo a la pareja Esteso-Pajares. El segundo interpretaría al almirante genovés en la película Cristóbal Colón; de oficio… descubridor. En opinión de Consuelo Varela, americanista que fue coguionista del Colón de George Pan Cosmatos, el de Ozores fue el más redondo de cuantos se hicieron en esa época del quinto centenario, incluido el de Ridley Scott.
En 1981, el año del 23-F, rodó siete películas. Lo único que tenía de comunista era ese estajanovismo que le venía de fábrica. De un padre que estaba trabajando en una revista en Tetuán cuando el segundo de sus tres hijos vino al mundo. Por arriba tenía a José Luis; por debajo, a Antonio. El primero murió demasiado joven. Una familia siempre muy bien avenida, sin carnaza para el morbo. En 1963, el año de la muerte de Juan XXIII, rodó en el Seminario de Pilas la película ‘Alegre juventud’, espléndida cinta sobre las vicisitudes de la vocación religiosa. Adolfo Marsillach interpretó al director del Seminario con una fuerza que ya quisieran para sí los actores de Cónclave. Las películas de Mariano Ozores son un retrato sociológico de una sociedad. Aunque ahora los rectores de TVE pongan advertencias al espectador como los dos rombos del franquismo. El cineasta del destape, del divorcio, de la UCD y de algo que sigue estando muy en boga, a juzgar por algunos de sus títulos: Disparate Nacional, Pelotazo Nacional. De la guasa al washap. Descanse en paz quien fue niño en la guerra. Uno de los islotes del archipiélago de las Ozores.
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