La España estrábica

Aznar tiene razón en su denuncia sobre "los bajos fondos" pero la pierde en su desmemoria: todos tienen mucho que callar, también el PP

José María Aznar, ex presidente del Gobierno, a su llegada a FAES.
José María Aznar, ex presidente del Gobierno, a su llegada a FAES. / Fernando Villar / Efe

01 de junio 2025 - 06:00

Tiene algo de razón Aznar cuando dice que estamos gobernados desde "los bajos fondos". Ha sido contundente el ex presidente del Gobierno. Tiene razón pero no en el sentido de que un Gobierno y todas sus instituciones se hayan transformado en un ente mafioso, sino entendiéndolo desde las consecuencias que tiene para la política actual la omnipresencia de la basura que emerge desde todas la cloacas. La putrefacta inercia que desprende el cocinado diario que hacen los partidos y un buen número de medios de comunicación, pseudomedios, digitalillos subvencionados, perfiles en redes e influencers de todo a cien es demoledora. Ha sido contundente Aznar: "Estamos en manos de los bajos fondos. Cuando los bajos fondos ascienden a puestos de responsabilidad… la situación es insoportable, el hedor que produce y el daño es enorme. Ya no sabe uno a donde mirar, donde no se encuentre directamente con los bajos fondos: afecta a la Presidencia del Gobierno, al Gobierno entero, al sistema de partidos, a la Fiscalía General del Estado, a la Abogacía del Estado, a la guerra entre el Gobierno y los jueces, a la Guardia Civil, al Banco de España.. es que no queda una institución por tocar".

Sólo veo un color

Aznar ha sido contundente pero cínico. Cínico y olvidadizo. La desmemoria anula el argumento. Incluir en los bajos fondos a todas las instituciones, algunas como el Banco de España, convertida por su varita mágica en "bajos fondos" sólo porque la dirige un ex ministro, es de un atrevimiento y una irresponsabilidad tremenda. Aunque desde que nombraron a Escrivá –una decisión que se podía haber ahorrado el Gobierno– el PP trata al antiguo banco emisor como a las cajas de ahorros que no controlaba. El Gobierno entero convertido en "bajos fondos" es en todo caso un bonito corolario y que le hubiera ahorrado detallar una lista nutrida. Si el Gobierno en pleno es una mafia se dice y cortamos camino. Es una pena, porque de un ex presidente, de todos, se espera que alumbre el camino desde la experiencia y desde sus legítimas posiciones ideológicas, pero no que anden con el ariete tratando de tumbar la credibilidad escasa que le queda la instituciones. Si Aznar comiera rabitos de pasa podría haber dicho que eso de "los bajos fondos" es atribuible a todos los partidos allá donde gobiernan y habría quedado mejor porque habría sido más riguroso. Y habría alumbrado el camino de la reflexión colectiva. Pero hurtar el 50% de la parte de la verdad es mentir.

Una mala semana

Lo dice Aznar justo la semana en la que acaban de mandar a la cárcel a Francisco Martínez, ex secretario de Estado de Interior con el ministro Jorge Fernández Díaz (también imputado: piden hasta 15 años de prisión para él por la parapolicía que operaba en su ministerio) en el Gobierno de Rajoy. Martínez fue detenido junto un hacker y se le acusa de presuntos delitos de blanqueo y revelación de secretos. Ya estaba imputado por la operación Kitchen, a través de la cual el PP trató de tapar el escándalo de su caja B –hay sentencia sobre esa caja en negro: un millón en obras– y de su tesorero Luis Bárcenas, que también estuvo preso.

Ya es mala suerte decirlo esta semana. O al menos decirlo sin asumir que no son prácticas imputables exclusivamente al Gobierno actual o al PSOE. Sí, hay cosas que huelen mal y son difíciles de explicar. Como lo de la susodicha policía patriótica que montó el Gobierno del PP para combatir a los independentistas con todos los medios posibles. Aún no está aclarado qué hacía la tal Leire vinculada al PSOE. En realidad sólo sabemos lo que quieren que sea. En todo caso, sería una especie de fontanera. Pero lo de la patriótica era una estructura institucionalizada y dirigida por el secretario de Estado. Igual que a huele bajos fondos que alguien destroce a martillazos los ordenadores en la sede del PP antes de que llegue la policía.

Podríamos seguir. Pero para qué. Era más fácil decir que un Estado temático tiene un problema serio cuando los poderes públicos utilizan arteramente a los servicios secretos y las fuerzas de Seguridad del Estado, cuando se propagan bulos y se hacen contorsiones con los hechos –que se presentan mutilados cuando no directamente falseados y se llevan a las cámaras parlamentarias– para cargarse al adversario. Habría sido mejor, menos sectario, más riguroso y más edificante. Pero eso es mucho esperar en la España de hoy.

Gobierno y oposición, en danza

El Ejecutivo de Sánchez manotea tratando de apartar las celadas diarias. Las dificultades para encontrar un espacio en el que colocar un discurso positivo son evidentes. Hacer política en esa circunstancias es realmente complicado y pueden apostar a que la lluvia ácida no va a detenerse. Al menos de aquí al 4 de julio –independence day– el día que comienza el congreso del PP que tratará de salir con Feijóo investido como hombre de Estado y con una renovación ideológica de la que no caben esperar grandes cosas. Básicamente porque lo único relevante que podrían decir no pueden decirlo: si gobernará con Vox. Así que colocar sacos terreros para asegurar que no renunciará a sus principios ideológicos por gobernar es un brindis al sol, salvo que el PP vaya a redefinir en línea voxística sus nuevas ideas, que no lo parece. Lo de Sánchez es otro cantar. Ya circulan conjeturas de todo tipo respecto a una crisis de Gobierno y otros cambios. Pero los cambios de Gobierno no suelen ser una solución mágica. De hecho, la mayoría de problemas son exógenos al Gobierno.

La no moción

Mientras ocurren y no ocurren las cosas, los estrategas del PP se han sacado dos conejos de la chistera para cerrar la semana: una nueva manifestación y un nuevo anuncio de intento de moción de censura. Lo de la manifestación no deja de ser una nueva acción destinada a tener a los suyos calientes y estimulados contra el Gobierno y a hacer ruido. Es lógico, es pura política. Lo de la moción suena más a chacota. Su socio natural, que es Vox, ya le ha dicho que no entiende la jugada y que no cuente con ellos. Y Junts, que sería imprescindible para sumar los 176 votos necesarios le ha respondido con otra pregunta: "Debe de ser un bromista este señor. ¿Quiere nuestro apoyo para ir aún más en contra de la lengua catalana cómo han reconocido que han hecho estos días? Esto es no dar pie con bola". Eso le ha dicho el secretario general de Junts. A veces no hace falta atinar con la bola, sólo dejarla pasar.

BREVERÍAS

Todos 'palante'

El Juzgado 19 de Madrid ha ordenado el procesamiento de Alberto González Amador, el novio de Ayuso, por delitos de fraude fiscal y falsedad documental. El fraude ascendería a 300.000 euros en dos ejercicios fiscales. La falsedad se relaciona con la red de facturación falsa que utilizó para presentar gastos ficticios de material sanitario durante la pandemia, lo que hurtaba dinero a Hacienda, a usted y a mí. A ver si van a tener razón Ayuso y Miguel Ángel Rodríguez y, en efecto, van a ir "todos palante".

Íker Jiménez sabe la verdad

Se acabaron las dudas, las diatribas y los debates. Íker Jiménez, el presentador de Cuarto Milenio, comparecerá en la comisión de investigación del Congreso sobre lo sucedido con la Dana. Lo ha pedido Vox. Suponemos que el partido ultra está convencido de que el presentador va a aclarar todo lo aclarable. El trabajo de Jiménez y su equipo en los días posteriores a la dana consistió en difundir bulos a toda velocidad. De las decenas de cuerpos que se amontonaban en el aparcamiento de Bonaire –no había ninguno-–, a los 700 coches sepultados, al falso apedreamiento al coche de Pedro Sánchez pasando por el enviado especial que se manchaba la ropa de barro para simular su gallardía pisando el terreno. Así empieza la comisión, con voces autorizadas. Imaginen cómo terminará.

Suscriptocracia

Interesante el ensayo de Javier Pastor, periodista e informático que lleva 25 años escribiendo sobre tecnología. Suscriptocracia se titula y aborda la gran transformación generacional: del fin de la propiedad al modelo de suscripción. "Los consumidores de hoy no quieren productos: quieren acceso, comodidad y libertad para cambiar de opinión". El autor comienza con el cambio de paradigma que supuso Netflix en el hábito de compras y consumo de películas y series o de Spotify, que vació las estanterías de discos compactos y vinilos, un producto sin mercado destinado ya a melancólicos. "Ya no queremos poseer cosas. Queremos tener acceso a ellas", dice Pastor, quien detrás de este nuevo paradigma descubre el poder de las tecnológicas en la suscriptocracia, palabra que amerita una entrada en el diccionario de la RAE.

Mirando el móvil

Un grupo de estudiantes de un instituto público de Parla (Madrid) que hacía una inmersión lingüística en Irlanda rescató de las aguas a una señora que flotaba boca abajo. Ocurrió en Bray, a 30 minutos de Belfast. La sacaron entre todos, le hicieron ejercicios de reanimación y terminaron por recuperarla. Bien por los chavales. Pero el caso es que lo que más los espantó no fue la baja temperatura del agua o las dificultades para sacar a la mujer, sino que ésta llevaba tiempo en el agua mientras algunas personas se limitaban a grabarla con sus móviles desde el paseo marítimo. Y siguieron grabando mientras le hacían el boca a boca. Es el signo de los tiempos. Aunque afortunadamente no para todos ni para todos los jóvenes, siempre absurdamente acusados de pasotismo nihilista.

stats
OSZAR »