El milagro del desierto almeriense: hay plantas que 'fabrican' su propia agua

La ‘sed’ ha hecho que las plantas gipsófilas de la provincia evolucionen para extraer la humedad atrapada en piedras

Estudio de campo desarrollado por expertos del CSIC para determinar cómo las plantas 'absorven' agua del yeso.
Estudio de campo desarrollado por expertos del CSIC para determinar cómo las plantas 'absorven' agua del yeso. / (CSIC – Fundación BBVA)

El yeso no es solo una roca blanca. En su interior encierra una fuente de agua insospechada, atrapada en forma de cristales. En el sureste de la península ibérica, en suelos áridos como los de Sorbas o Tabernas, algunas plantas han desarrollado un mecanismo único: extraer el agua de esa estructura mineral para sobrevivir en los veranos más secos del continente. El hallazgo, demostrado mediante experimentos de campo e isótopos estables, cambia lo que sabíamos sobre la fisiología vegetal en zonas áridas.

La protagonista de este fenómeno es la jara de escamillas (Helianthemum squamatum), una pequeña planta gipsícola que crece sobre suelos de yeso. Investigadores del Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC), liderados por Sara Palacio, del Instituto Pirenaico de Ecología (IPE-CSIC), han demostrado que esta especie obtiene hasta un 90 % del agua que utiliza durante el verano a partir del agua de cristalización contenida en el yeso, aunque no se puede descartar que también aproveche pequeñas cantidades de agua del suelo.

Un experimento para seguir la pista del agua

El yeso, químicamente conocido como sulfato cálcico dihidratado (CaSO₄·2H₂O), contiene moléculas de agua integradas en su red cristalina. Esa agua no es líquida, ni puede ser absorbida por la mayoría de seres vivos. Pero en lugares como Sorbas o Gafares, donde abundan los afloramientos yesíferos, algunas plantas han aprendido a romper esa estructura cristalina. Lo hacen gracias a una estrategia conjunta entre sus raíces, ácidos orgánicos y una red de micorrizas —hongos simbióticos que viven asociados a ellas—, capaces de alterar el entorno químico del mineral. Así liberan esa agua estructural y la incorporan a su metabolismo.

Para comprobarlo, el equipo de Palacio diseñó un experimento preciso con técnicas de análisis isotópico, extrayendo el agua contenida en la savia (xilema) de las plantas durante el verano y comparándola con el agua del suelo, la lluvia y la que encierra el yeso. Los resultados fueron concluyentes: la firma isotópica del agua en la planta coincidía principalmente con la del yeso, y no con otras fuentes externas. Así demostraron que Helianthemum squamatum no solo sobrevive, sino que vive literalmente del agua de las rocas.

Un fenómeno que va más allá de Almería

Que una planta pudiese aprovechar el agua contenida en una roca, distinta del agua libre o subterránea, supuso una ruptura con las ideas clásicas sobre cómo las plantas acceden al recurso más vital. En el caso del yeso, esa reserva puede representar hasta un 20 % del peso total de la roca. No fluye, ni se evapora fácilmente: permanece sellada entre cristales.

Durante los primeros trabajos de investigación surgió una incógnita clave: ¿esa absorción era fruto de una condición pasiva del suelo, o la planta tenía un papel activo en liberar ese agua? Los análisis no podían confirmarlo con certeza, pero nuevas líneas de estudio apuntan a una intervención biológica compleja. Un artículo posterior publicado en Proceedings of the National Academy of Sciences demostró que ciertas cianobacterias del desierto de Atacama también podían romper el yeso para acceder a su agua. Todo indicaba que la extracción de agua de cristalización no era un accidente geológico, sino una estrategia biológica dirigida.

“El conjunto de pruebas sugiere que se trata de un proceso activo en el que la planta coopera con bacterias, hongos y compuestos químicos específicos para liberar esa humedad”, explica Sara Palacio. No es magia ni milagro: es biotecnología natural al límite de la evolución.

Este proceso, conocido como extracción de agua de cristalización, ha sido descrito en revistas como Nature Communications y forma parte de los avances impulsados por el proyecto europeo GYPWORLD, centrado en los ecosistemas sobre yeso a escala global.

Yesares, biodiversidad y pistas para Marte

En Almería, este fenómeno no es aislado. Estudios como Diversidad Vegetal de las Yeseras Ibéricas, editado por la Universidad de Almería, recogen más de una decena de especies gipsófilas exclusivas o altamente especializadas que prosperan en estos suelos. Además de la jara de escamillas, destacan plantas como Gypsophila struthium subsp. struthium, Frankenia thymifolia, Launaea fragilis o Lepidium subulatum. Aunque no todas han sido estudiadas desde el punto de vista hidrológico, varias podrían compartir mecanismos similares de acceso al agua oculta en la roca.

Conscientes de su valor, la Universidad de Almería ha creado el Jardín de los Yesos, un espacio científico y divulgativo que forma parte del CECOUAL (Centro de Colecciones Biológicas). En pocos metros reproduce los tres grandes tipos de yesares almerienses y acoge muchas de estas especies únicas. Su objetivo: conservarlas, investigarlas y mostrar al mundo la riqueza vegetal que esconden estos paisajes blancos y ásperos. El jardín está dedicado al botánico Francisco Torralba y aspira a ser un centro de referencia internacional.

La importancia de estos hallazgos va más allá de la biología vegetal. En contextos como el del planeta Marte, donde también hay yeso en la superficie, estas estrategias podrían ser clave para futuras misiones humanas. Algunas cianobacterias como Chroococcidiopsis, capaces de sobrevivir entre cristales de yeso, han sido ya ensayadas en proyectos de astrobiología. Su papel sería iniciar procesos de ecopoiesis, la creación de ecosistemas en entornos estériles. En un planeta sin agua líquida, recordar que el yeso puede contener hasta un 20 % de agua podría marcar la diferencia entre la vida y la nada.

Así, en los áridos parajes del sureste ibérico, donde antes solo veíamos polvo y resistencia, la ciencia ha descubierto un manual secreto de supervivencia. Allí donde otras especies claudican, estas plantas no solo resisten. Florecen.

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